jueves, 5 de agosto de 2010

Las adicciones del siglo XXI

Las nuevas adicciones pasan casi inadvertidas porque la sociedad no las reconoce como tales, dado que la línea que separa una adicción de una conducta saludable es muy fina

Las adicciones al juego, al trabajo, a la ira, a la limpieza, a la buena apariencia o a las compras desmesuradas no suponen un trastorno serio de la personalidad, pero constituyen alteraciones compulsivas que perjudican y dominan la vida diaria. Son las nuevas adicciones-consuelo del siglo XXI.

"Las nuevas adicciones pasan casi inadvertidas porque la sociedad no las reconoce como tales, dado que la línea que separa una adicción de una conducta saludable es muy fina y sus 'sufridores' no son seres marginales contrarios a cumplir sus obligaciones", de acuerdo con la psicóloga Neus Colomer, que trabaja para la Universidad de Barcelona.

¿Se quitan?
Los portadores de estas nuevas "adicciones-consuelo", como los denomina Colomer, padecen un problema de personalidad y determinadas creencias influyen negativamente en sus vidas y en la de quienes les rodean, pero se pueden superar.

"Tendemos a pensar que las adicciones sólo tienen que ver con el alcohol, las drogas, el sexo o conductas muy perniciosas, pero lo cierto es que todos podemos caer en patrones de conducta compulsiva que, sin ser graves ni suponer un trastorno serio de la personalidad, nos perjudican y pasan a ser el eje de nuestra existencia", de acuerdo con la psicóloga.

Desde la infancia se generan los patrones

Neus Colomer esboza un tratado de este nuevo problema social en su libro Las nuevas adicciones y hurga en la infancia de cada uno de sus pacientes para hallar el porqué de sus obsesiones, pero sin culpar a los padres.

Su abordaje de las modernas adicciones se inicia con la conquista, algo que a todos nos gusta para poder vernos como triunfadoras y capaces de cautivar a las personas, y continúa con las personas que atraen hacia sí mismas las malas relaciones, que debilitan y empobrecen, económica, emocional e individualmente a la persona.

Neus Colomer detalla todos los inconvenientes de la adicción al trabajo, cuando uno es incapaz de pensar, disfrutar, vivir y sentir, si no es por y para sus relaciones laborales; así como la adicción a la ira, algo que padecen quienes no saben demostrar sus sentimientos ni expresar un malestar, si no es en pleno estado de ira.

La adicción a verse bien y que todo se vea limpio

Otra de las nuevas adicciones que trata la experta en su libro es la de la limpieza, que se sufre cuando la persona se identifica a sí misma con el aspecto que tiene su hogar.

O la adicción a la buena apariencia, que surge cuando todo gira alrededor de la perfección por el aspecto físico y la persona centra todas sus energías para conseguir ese objetivo.

Compras compulsivas
Las compras compulsivas determinan la séptima adicción del siglo XXI, las personas que sufren de esto se caracterizan por se ansiosas y sentirse culpables.

De cada una de estas adicciones, Colomer las explica, además de poner como ejemplo la historia de dos pacientes preferentemente, uno satisfecho con la terapia y otro no, junto con una especie de cuento o parábola sobre la compulsión a que se refiere en cada caso.

Neus Colomer ha tratado a numerosos pacientes desde 1981, lo que le ha aportado una visión renacentista de la psicología y una perspectiva global que le hace buscar en diferentes escuelas y tendencias de la psicología actual las respuestas a las muchas preguntas que requieren el nuevo siglo en que nos encontramos.

La adicción al juego
Esta condición pudiera estar marcada en los genes. Al menos, eso es lo que apunta un estudio publicado en Archives of General Psychiatry, que, por primera vez, concluye que la genética desempeña un papel importante en el desarrollo de este trastorno tanto en hombres como en mujeres.

"Aunque los factores ambientales son un importante desencadenante, no son suficiente explicación para la ludopatía", afirman los responsables de la investigación. Con el objetivo de encontrar respuesta a este gran interrogante se han realizado otras investigaciones, pero "sólo una ha valorado el papel de los factores ambientales y de la genética en una amplia muestra de participantes. El problema es que está centrado exclusivamente en hombres y no se puede extrapolar al género femenino".

No hay que olvidar, resaltan los autores del nuevo trabajo, que "ellas representan casi la mitad de los individuos que se encuentran en tratamiento por este trastorno". En España, como explica Ángela Ibáñez, médico psiquiatra de la Unidad de Ludopatía del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, "los estudios epidemiológicos europeos señalan que entre el 0,5% y 2% de la población tiene este problema y uno de cada tres afectados son mujeres".

La clave está en los gemelos
Ahora, Wendy Slutske, de la Universidad de Missouri (Columbia, Estados Unidos), y sus colegas presentan un trabajo que examina a un total de 4.764 personas de 2.889 parejas de gemelos, de las cuales 57% son mujeres. Como explican los expertos, estudiar a gemelos (uno que desarrolla ludopatía y otro que no) ayuda a comprobar cuál es el papel de la genética, ya que se entiende que ellos han vivido los mismos factores ambientales, el principal: que "el juego haya estado presente en el ambiente", matiza la doctora Ibáñez.

Al final de este trabajo epidemiológico, los investigadores observaron que la genética influía en 50% y, además, no advirtieron ninguna diferencia entre hombres y mujeres. "Éste es el mayor estudio realizado hasta el momento que concluye que la genética es tan importante en el desarrollo de la ludopatía de las mujeres que en el de los hombres".

Hace más de 10 años, en España, un grupo de investigadores, entre quienes se encontraba Ángela Ibáñez, realizó un trabajo genético de la ludopatía en el que también se remarcaba el papel de la genética en la ludopatía del género femenino. "Estudiamos la influencia de los genes receptores de la dopamina y de la serotonina en un grupo de 68 personas. Encontramos que las mujeres con ludopatía tenían una variante genética que hacía que el receptor funcionara peor y los hombres una variante genética que influía en un peor funcionamiento de la serotonina. Vimos, entonces, que la enfermedad podría estar condicionada genéticamente, tanto en hombres como en mujeres".

"La confirmación de los genes que están implicados en el desarrollo de la enfermedad continúa siendo un importante motivo de investigación", concluyen los autores de esta investigación.

La mitad de los individuos incluidos en el estudio había jugado al menos una vez al mes y 33% una vez a la semana. Un total de 2,2% de los participantes cumplía los criterios para ser diagnosticado de ludopatía (3,4% de hombres y 1,2% de mujeres).

Tal y como argumenta la especialista, que también forma parte del Instituto de Investigación del Hospital Ramón y Cajal, para diagnosticar este trastorno, "nos guiamos por unas clasificaciones internacionales (DSM IV) que incluyen 10 criterios, de los cuales hay que cumplir un mínimo de cinco: comportamiento repetitivo del juego, necesidad de jugar una cantidad creciente de dinero para conseguir la misma satisfacción, fracaso repetido de esfuerzos para dejar de jugar, irritabilidad cuando se interrumpe el juego, intención de seguir jugando para recuperar el dinero perdido, ocultar la adicción a los miembros de la familia, cometer actos ilegales para financiar el juego, perder relaciones significativas y oportunidades de trabajo, confiar en que alguien prestará dinero en las situaciones desesperadas y utilizar esta adicción como vía de escape a los problemas".

En la actualidad, señala Ángela Ibáñez, "se está intentando reducir el listón de los cinco criterios con el objetivo de evitar el cuadro catastrófico de esta adicción".

Fuente: Estampas - EL Universal.

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