jueves, 27 de mayo de 2010

El consumo moderado de cerveza reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares

El consumo moderado de cerveza en personas adultas y sanas puede contribuir a la reducción de riesgos cardiovasculares y de incidencias de enfermedades degenerativas como el Alzheimer o la osteoporosis.

Así se recoge en un estudio del Centro de Información 'Cerveza y Salud', presentado en el Colegio de Médicos de Salamanca por el investigador del Instituto del Frío del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y coautor de este trabajo, Javier Romeo.

El interviniente expuso que el consumo moderado de cerveza, siempre que se realice por adultos sanos y dentro de una dieta equilibrada, podría ayudar a prevenir distintas enfermedades que tienen parte de su base en la alimentación.

En este sentido, el investigador Javier Romeo matizó que el consumo moderado se cifra entre una y dos cañas al día en las mujeres y entre dos y tres en los hombres.

La cerveza es una bebida fermentada de baja graduación elaborada con ingredientes naturales como agua, cebada malteada y lúpulo, y de ellos se desprenden los más de dos mil compuestos que pueden encontrarse en esta bebida, explicó.

Asimismo, señaló que la cerveza es una bebida "muy interesante" desde el punto de vista nutricional, ya que aporta vitaminas, fundamentalmente del Grupo B, antioxidantes naturales, carbohidratos, minerales y otros compuestos "beneficiosos para la salud".

El estudio es fruto de una investigación en la que se han analizado los posibles efectos del consumo moderado de cerveza en una población de 1.249 sujetos con "alto riesgo vascular".

Igualmente, indicó que la cerveza debido a su composición, las propiedades de sus ingredientes, sus características organolépticas y su bajo contenido alcohólico, tomada en cantidades moderadas, podría ser beneficiosa y favorecedora de una efectiva rehidratación después también de la práctica deportiva.

Fuente: El Nacional.

jueves, 13 de mayo de 2010

Índice de saciedad: ¡adelgaza sin pasar hambre!

¿El problema de las dietas tradicionales? Que al cabo de unos días nos entra la ansiedad, las dejamos de hacer y volvemos a engordar enseguida. La razón de tal fiasco se resume en una palabra: ¡HAMBRE!

Vivir a base de pescado y verduras al vapor es eficaz, pero no alimenta. Además, el cuerpo empieza a sentir la irresistible llamada de algo dulce poco después de haber comido.

Siendo así, la solución más fácil será optar por alimentos que sean poco calóricos y a la vez saciantes. Y te preguntarás... ¿es posible? ¡Pues claro!

La respuesta está en una nueva herramienta revolucionaria, el índice de saciedad. Tomando comidas poco energéticas pero con un alto índice de saciedad podremos adelgazar sin privarnos de nada y sin pasar hambre.

Los mecanismos del hambre

El hambre es un fenómeno complejo, que depende de numerosos parámetros:

- Las necesidades energéticas. Se trata del verdadero hambre, en un sentido estricto. La falta de calorías hace que el funcionamiento del organismo se ralentice y que el estómago comience a mandar señales... ¡Necesita recargar las pilas!

- Las hormonas. Las secreciones hormonales influyen en el apetito. Pero no siempre son fáciles de controlar, sobre todo cuando hablamos de las mujeres.

- El sueño. Los estudios han demostrado que no dormir lo necesario incrementa las ganas de comer.

- El ritmo de las comidas. Cuanto más regulado esté el horario de las comidas, menos hambre pasarás.

- El estrés. Las emociones influyen considerablemente en la calidad y cantidad de alimentos consumidos. El estado de ánimo puede llevarnos a darnos atracones o, por el contrario, dejar de comer.

- El nivel de saciedad. Matar el hambre de forma eficaz depende en gran parte de la capacidad saciante del alimento (y del conjunto de la comida), del volumen consumido y de la estimulación sensorial (gusto, color, olor, variedad...) Es el punto más difícil de regular cuando se está a dieta.

Escoger los alimentos

Lo primero que hay que hacer para perder peso es disminuir la ingesta de alimentos energéticos (es decir, las calorías consumidas). Y, para no pasar hambre, asegurarse de que los alimentos escogidos sacien lo suficiente.

El índice de saciedad (IS) constituye una herramienta fundamental para tener éxito en esta prueba.

La tabla del índice de saciedad sirve para escoger, entre los múltiples alimentos de una misma familia que tienen un valor energético parecido, aquél cuyo índice de saciedad sea mayor.

Por ejemplo, entre 100 gramos de yogurt 0% en materia grasa (con un IS de 58,3 para 39 kcal.) y 100 gramos de queso blanco 0% (cuyo IS es de 75,7 para 45 kcal.), deberíamos optar por el queso blanco. Así conseguiremos llenarnos más y engañar al hambre.

Esta regla permite asimismo componer un menú saciante con el menor aporte calórico posible. Para hacerlo, no hace falta tirar de alimentos de alto IS, sino escoger entre los que propongan una buena relación IS/calorías, lo que supone que sea superior a 1,5. Así, entre un escalope de pavo (IS/kcal = 1,81) y un filete con el 5% de materia grasa (IS/kcal = 1,41), mejor elegir el primero.

Fuente: Enfemenino.com

martes, 11 de mayo de 2010

Estudio revela que trabajar horas extras es perjudicial para el corazón

Investigadores de la University College de Londres, en Reino Unido, aseguran que trabajar más horas de lo debido puede ser perjudicial para el corazón ya que aumenta el riesgo de padecer eventos cardiovasculares, según los resultados de un estudio publicados en la revista 'European Heart Journal'.

Dicha investigación se basado en los datos del estudio 'Whitehall II', realizado con más de 10.000 empleados públicos de la capital británica, y, según los resultados, los que trabajaron al menos tres horas más en una jornada de siete horas diarias tenían un 60% más de riesgo de padecer un ataque cardiaco, anginas de pecho e incluso de acabar falleciendo por una de estas causas.

Además, como explica la epidemióloga del Instituto Finlandés de Salud Ocupacional y autora de este hallazgo, Marianna Virtanen, esta relación entre horas extras y enfermedades coronarias es "independiente de una serie de factores de riesgo también analizados, tales como fumar, padecer sobrepeso o tener alto el colesterol".

El estudio 'Whitehall II' comenzó en 1985 y reclutó a un total de 10.308 trabajadores de entre 35 y 55 años, si bien los datos utilizados en esta ocasión proceden de la tercera fase del mismo, entre 1991 y 1994, en la que se preguntaba por la horas que dedicaban diariamente a su trabajo.

De este modo, la cohorte analizada contó finalmente con 6.014 personas, 4.262 hombres y 1.752 mujeres, de entre 39 y 61 años, que fueron seguidos hasta el periodo de 2002-2004, la fase más reciente de la que se disponen datos clínicos.

Durante los 11,2 años de media seguimiento, Virtanen y su equipo detectó hasta 369 casos mortales de enfermedad coronaria, infartos de miocardio o angina de pecho y, tras comparar estos casos en función de diferentes patrones, comprobaron que los que pasaban más horas de los debido en su trabajo, siempre por encima de las tres horas extras, tenían una mayor tasa de riesgo.

Los investigadores dicen que podría haber diferentes variables para explicar esta relación, ya que, por ejemplo, hacer horas extras en el trabajo se asocia con patrones de conducta de personas que tienden a ser agresivas, competitivas, estar tensas, con una angustia psicológica que se manifiesta en situaciones de depresión y ansiedad, y posiblemente que no duermen lo suficiente ni descansan lo que debieran en antes de acostarse.

Otras posibles explicaciones son que la presión arterial elevada está relacionada con el estrés en el trabajo, si bien se oculta "porque no necesariamente aparecen durante las revisiones médicas", explica esta experta.

Es por ello por lo que los empleados que hacen más horas extras tienen más probabilidades de trabajar incluso estando enfermos, ignorando sus síntomas de y resistiéndose a buscar ayuda médica. Además, también puede asociarse a personas con trabajos con libertad de horario o a la hora de tomar decisiones un menor riesgo de estas patologías coronarias, a pesar incluso de que trabajen más horas de las estipuladas en sus contratos.

En cualquier caso, los autores reclaman más investigaciones que contrasten o rebatan esta relación ya que, además, la cohorte sólo incluye a funcionarios públicos y, por tanto, "no es generalizable a todas las profesiones", como los artesanos o trabajadores del sector privado.

Fuente: El Nacional.

jueves, 6 de mayo de 2010

Expertos aconsejan comer cada tres horas para luchar contra el sobrepeso

Especialistas en nutrición de la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria recomiendan no dejar pasar más de tres horas entre unas comidas y otras si se quiere reducir el sobrepeso y mantener una dieta saludable ya que, pasado ese tiempo, el cuerpo puede entrar en un estado de "inanición" por el cual el organismo interpreta que hay "escasez de alimentos" y decide ahorrar energías quemando menos grasa de la debida.

Como parte de la campaña 'Recomendaciones SEFAC a la población', la asociación dedica este mes de mayo a explicar los diez consejos imprescindibles para mantener un peso saludable y reducir el sobrepeso. Entre ellos, los farmacéuticos aconsejan realizar un mínimo de cinco comidas al día, aumentar la cantidad de frutas, verduras, legumbres, cereales, y lácteos; evitar las comidas rápidas; realizar ejercicio físico regularmente; beber al menos 1,5 litros de agua al día; y no acostarse justo después de cenar, entre otros.

Las recomendaciones aclaran también algunas de las preguntas más frecuentes o falsos mitos relacionados con la pérdida de peso, como por qué es tan poco saludable tener unos kilos de más, por qué no es recomendable seguir las llamadas "dietas milagro", cuándo es conveniente añadir medicación a las medidas higiénico-dietéticas para adelgazar, si los alimentos que son 'light' resultan "adelgazantes", o por qué las dietas disociadas son "inadecuadas".

"Mantener un peso saludable y reducir los kilos de más va mucho más allá de cuestiones estéticas: se trata de evitar patologías o problemas asociados, tanto físicos (diabetes, dislipemias, hipertensión arterial), como psíquicos (depresión, perdida de autoestima, ansiedad), sociales (rechazo o discriminación laboral) o económicos (aumento del gasto sanitario)", explica Alejandro Eguilleor, coordinador científico de la campaña. La ficha completa está disponible para su descarga en la web de SEFAC 'www.sefac.org'.

Fuente: El Nacional

martes, 4 de mayo de 2010

El poder del calostro

"Oro líquido". Así es como también se conoce al calostro, el fluido amarillento y espeso que produce el pecho materno en los primeros días de vida del recién nacido y que, aunque se segregue en pequeñas cantidades, satisface todas sus necesidades nutritivas. Este precursor de la leche comienza a gotear tras el parto (antes el pecho produce una sustancia llamada precalostro), al expulsar la placenta. Es, entonces, cuando el cuerpo de la madre inicia una revolución hormonal que favorece la producción de esta leche inimitable por sus mágicas propiedades.


El calostro es más precoz cuanto antes se inicie el amamantamiento, por eso es tan importante poner al recién nacido en contacto con su madre, piel con piel, en la sala de partos, y favorecer la búsqueda del pezón en la primera hora de vida. Incluso la madre que no desea amamantar debería intentar que su hijo no se pierda este primer alimento, el más importante que tomará en su vida.

UN ALIMENTO MUY ESPECIAL
El calostro es perfecto para el recién nacido porque se asemeja a las sustancias nutritivas que recibía en el útero, a través del cordón umbilical. Su aparato digestivo está acostumbrado a ellas y no le cuesta demasiado asimilarlas.

"Diferente a la leche definitiva. No sólo su aspecto es distinto a la leche de transición y a la leche madura, también lo es su composición. Tiene menos contenido calórico y una menor cantidad de azúcares y grasas, mientras que su contenido en proteínas es muy superior. El calostro, además, es más espeso y pegajoso y contiene más minerales y vitaminas liposolubles que la leche madura. También es rico en factores de crecimiento que estimulan la maduración del aparato digestivo y tiene un contenido muy elevado de factores defensivos, que protegen al recién nacido de los gérmenes ambientales y favorecen la maduración de su sistema inmunológico.

-Minidosis de gran calidad.
El amamantamiento precoz es lo que favorece la salida del calostro, que se produce en pequeñísimas cantidades, entre 2 ml y 20 ml por toma. Pero es suficiente para el bebé recién nacido, ahora que sus órganos son inmaduros, en especial los riñones, y no pueden asimilar grandes cantidades de líquidos. Por eso, en los primeros días de vida hay que ofrecerle el pecho frecuentemente, de ocho a diez veces al día. El principal estímulo para la producción de leche es la succión del pezón, así que cuantas más veces se le ofrezca el pecho al niño, olvidando el reloj y los horarios rígidos, mucho mejor.

"Muy efectivo. El recién nacido llega al mundo con el intestino virgen de gérmenes, lo que le hace muy vulnerable a las bacterias. El calostro, rico en inmunoglobulinas y en otras sustancias defensivas, le protege de los virus e infecciones. Y, además, estimula la mucosa intestinal, que preserva al organismo de la penetración de microorganismos para los que el bebé no tiene defensas.

CÓMO PROTEGE AL RECIÉN NACIDO
Además de aportar muchos nutrientes en pocas gotas, el calostro acondiciona el intestino del recién nacido para que pueda digerir mejor y también le defiende de varias formas:

"Desarrolla su sistema inmunológico. La virtud de este alimento es que transmite al bebé los anticuerpos que la madre ha ido formando como respuesta a las enfermedades a lo largo de su vida. Estos anticuerpos no crean una inmunidad permanente, pero sí le protegen hasta que madura su sistema inmunitario, hacia los tres añitos. El calostro es, sobre todo rico, en inmunoglobulina IgA, que defiende al bebé de las bacterias. Y esto es muy importante al principio, porque el niño no producirá por sí mismo esta sustancia hasta la cuarta o sexta semanas de vida.

"Contribuye a prevenir las alergias. Las paredes intestinales del recién nacido permiten que las proteínas de la leche pasen a la circulación sanguínea. Y, cuando dichas proteínas provienen del calostro, no existe ninguna posibilidad de que sensibilicen al bebé y le predispongan a contraer alergias en el futuro. Conviene no olvidar, sin embargo, que para crear y conseguir mantener esta barrera frente a las alergias, después del calostro hay que continuar alimentando al pequeño con leche madura.

"Tiene propiedades laxantes. El tránsito del calostro limpia el tubo digestivo y facilita la expulsión del meconio, las heces acumuladas en el intestino del bebé, que forman una masa oscura, espesa y viscosa. De esta manera disminuyen las probabilidades de que padezca ictericia (color amarillento de la piel por la dificultad para metabolizar la bilirrubina) y su aparato digestivo queda preparado para realizar sus nuevas funciones.

"Ayuda más a los prematuros. El calostro es un alimento que resulta especialmente bueno para los prematuros, ya que estos bebés son inmaduros y se encuentran más expuestos a complicaciones. De hecho, el calostro que produce la mamá de un bebé prematuro es diferente: tiene un alto contenido en nitrógeno, menos lactosa, más colesterol y más ácidos grasos; eso lo hace perfecto para el desarrollo de estos bebés. Es verdad que a veces la madre, por diversas circunstancias, no puede dar de mamar directamente a su hijo prematuro, pero las Unidades Neonatales de los hospitales suelen ofrecer facilidades para la extracción de esta leche y su conservación (el calostro puede conservarse a temperatura ambiente durante 12 horas). Así las pequeñas cantidades de calostro pueden administrarse al bebé prematuro por sonda, en vaso o con cuchara.

Así se transforma la leche materna
Este alimento es un líquido vivo, que varía su composición a lo largo de la toma (más fluido y nutritivo al empezar, más graso y saciante al final) y que también cambia a medida que pasan las semanas, del mismo modo que lo hacen las necesidades del bebé.

Primero, el calostro. Comienza a producirse en la semana 16 de embarazo. En el tercer trimestre el pecho crece aún más debido al agrandamiento de las células que producirán la leche y también a la distensión que ocasiona la acumulación de calostro. El pezón empieza a segregarlo, en pequeña cantidad, después del parto.

La leche de transición. A los tres o cuatro días del nacimiento, el bebé empieza a crecer mucho y sus exigencias nutritivas también van en aumento. El calostro ya no es suficiente, y por eso se va modificando desde el día cuatro hasta el día 15 después del parto, enriqueciéndose en grasas y cambiando hacia un color blanco, más transparente y aguado. Es lo que se llama leche de transición, el paso del calostro a la leche definitiva. Es una leche rica en azúcares y grasas, que sacia y engorda al bebé, pero con menos proteínas que el calostro.

La leche madura. Aparece a los 15 días del parto. Es blanca y más consistente, contiene los nutrientes que el bebé requiere para su desarrollo y también le proporciona anticuerpos, aunque no tantos como el calostro. Tiene más grasa y glúcidos que éste y menos proteínas y sales.

Fuente: Estampas - El Universal