jueves, 13 de mayo de 2010

Índice de saciedad: ¡adelgaza sin pasar hambre!

¿El problema de las dietas tradicionales? Que al cabo de unos días nos entra la ansiedad, las dejamos de hacer y volvemos a engordar enseguida. La razón de tal fiasco se resume en una palabra: ¡HAMBRE!

Vivir a base de pescado y verduras al vapor es eficaz, pero no alimenta. Además, el cuerpo empieza a sentir la irresistible llamada de algo dulce poco después de haber comido.

Siendo así, la solución más fácil será optar por alimentos que sean poco calóricos y a la vez saciantes. Y te preguntarás... ¿es posible? ¡Pues claro!

La respuesta está en una nueva herramienta revolucionaria, el índice de saciedad. Tomando comidas poco energéticas pero con un alto índice de saciedad podremos adelgazar sin privarnos de nada y sin pasar hambre.

Los mecanismos del hambre

El hambre es un fenómeno complejo, que depende de numerosos parámetros:

- Las necesidades energéticas. Se trata del verdadero hambre, en un sentido estricto. La falta de calorías hace que el funcionamiento del organismo se ralentice y que el estómago comience a mandar señales... ¡Necesita recargar las pilas!

- Las hormonas. Las secreciones hormonales influyen en el apetito. Pero no siempre son fáciles de controlar, sobre todo cuando hablamos de las mujeres.

- El sueño. Los estudios han demostrado que no dormir lo necesario incrementa las ganas de comer.

- El ritmo de las comidas. Cuanto más regulado esté el horario de las comidas, menos hambre pasarás.

- El estrés. Las emociones influyen considerablemente en la calidad y cantidad de alimentos consumidos. El estado de ánimo puede llevarnos a darnos atracones o, por el contrario, dejar de comer.

- El nivel de saciedad. Matar el hambre de forma eficaz depende en gran parte de la capacidad saciante del alimento (y del conjunto de la comida), del volumen consumido y de la estimulación sensorial (gusto, color, olor, variedad...) Es el punto más difícil de regular cuando se está a dieta.

Escoger los alimentos

Lo primero que hay que hacer para perder peso es disminuir la ingesta de alimentos energéticos (es decir, las calorías consumidas). Y, para no pasar hambre, asegurarse de que los alimentos escogidos sacien lo suficiente.

El índice de saciedad (IS) constituye una herramienta fundamental para tener éxito en esta prueba.

La tabla del índice de saciedad sirve para escoger, entre los múltiples alimentos de una misma familia que tienen un valor energético parecido, aquél cuyo índice de saciedad sea mayor.

Por ejemplo, entre 100 gramos de yogurt 0% en materia grasa (con un IS de 58,3 para 39 kcal.) y 100 gramos de queso blanco 0% (cuyo IS es de 75,7 para 45 kcal.), deberíamos optar por el queso blanco. Así conseguiremos llenarnos más y engañar al hambre.

Esta regla permite asimismo componer un menú saciante con el menor aporte calórico posible. Para hacerlo, no hace falta tirar de alimentos de alto IS, sino escoger entre los que propongan una buena relación IS/calorías, lo que supone que sea superior a 1,5. Así, entre un escalope de pavo (IS/kcal = 1,81) y un filete con el 5% de materia grasa (IS/kcal = 1,41), mejor elegir el primero.

Fuente: Enfemenino.com

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