jueves, 29 de abril de 2010

¿Qué nota el bebé en tu vientre?

Aquella vieja idea de que los bebés antes de nacer viven en una caja fuerte que los mantiene aislados ha resultado ser completamente errónea. Hoy día está comprobado que el feto es un ser social, que recibe estímulos y responde a ellos y que tiene memoria. Los investigadores aseguran que, incluso, se impregna de las experiencias que vive su madre en el embarazo.

Tienes con el hijo que esperas una comunicación sensorial y también hormonal. Esto es, cuando estás muy nerviosa o tienes mucho miedo, segregas adrenalina, noradrenalina y cortisol, hormonas que le llegan, le reactivan y le ponen en alerta. Él siente que algo ocurre. Del mismo modo, cuando estás feliz o haces el amor, segregas endorfinas, hormonas "anti-estrés" que el feto recibe y que le hacen relajarse y sentirse a gusto. Saber todo esto es fantástico porque te permite actuar en consecuencia y mandar al bebé que vas a tener mensajes y estímulos positivos, para él y para ti. Está claro que tú percibes su presencia: a través de sus patadas, de su hipo, de sus codazos... Pero ¿sabes cómo te siente él a ti?

TE PERCIBE POR EL TACTO

Es su sentido más precoz, empieza a funcionar desde casi el inicio de la gestación; en las primeras semanas el feto tiene sensibilidad en la zona perioral (labios), y hacia la mitad del embarazo ya en todo el cuerpo. Cuando te acaricias la barriga, acto que realizan de forma intuitiva todas las embarazadas, tu bebé percibe este acto de amor. La psicóloga española especialista en estimulación prenatal Beatriz Manrique afirma que al masajear tu barriga con distintas presiones generas vibraciones que se transmiten al líquido amniótico y que captan los nervios periféricos de la piel del bebé. Él responde a estas vibraciones moviéndose con mayor o menor energía. Si estás embarazada de más de cinco meses, notarás su respuesta en forma de pataditas.

Del mismo modo, cuando andas o bailas música lenta, el feto nota un vaivén relajante que, en muchas ocasiones, le incita a dormirse. Por eso es probable que mientras caminas no le notes. Sin embargo, cuando te tumbas el niño percibe que el movimiento ha cesado, lo que hace que él se ponga en marcha. Un estudio realizado en Italia con bailarinas que durante el embarazo no abandonaron su profesión demostró que cuando nacieron, sus hijos sólo se dormían si sus madres los acunaban bailando.

¿Y qué ocurre, por ejemplo, cuando vas en autobús? El pequeño percibe el traqueteo de la marcha a través de vibraciones rítmicas que nota en todo el cuerpo. Este tipo de movimientos le reconfortan, porque se siente acunado.

EXPERIENCIAS AUDITIVAS

El mundo intrauterino es muy ruidoso. Desde la semana 18 el feto ya es capaz de oír tus toses, el ruido de tus movimientos gástricos e intestinales, el de la corriente sanguínea o el latido de tu corazón. Esto último lo oye por encima de todo y le proporciona seguridad. Y hacia la semana 24 de gestación ya conoce tu voz (lleva semanas percibiéndola, a través de las vibraciones de tu columna) y la distingue del resto de voces que recibe del exterior, siempre a menor volumen que la tuya. Tu voz le llega amortiguada y algo distorsionada, más grave de lo que la percibirá cuando nazca, pero aun así, entonces la reconocerá perfectamente y le dará tranquilidad.

Si te preocupa que un ambiente muy ruidoso pueda asustarle, tranquila. El neonatólogo italiano Carlo Bellieni ha comprobado, registrando cómo cambian los movimientos y la frecuencia cardiaca del feto, que si le transmitimos sonidos inesperados, primero se sobresalta, pero en seguida se acostumbra. La doctora Cathelijne van Heteren, del Hospital Universitario de Maastricht, en Holanda, confirma esta idea y asegura que los fetos tienen memoria de, al menos, 24 horas. Por eso oyen todos esos sonidos, pero se acostumbran a ellos. Aun así, no está de más que le evites ruidos fuertes, que con seguridad van a desagradarle, como los de las sirenas, los portazos o la música estridente.

A TRAVÉS DEL GUSTO Y DEL OLFATO

El bebé que va a nacer tiene sentido del gusto, no hay duda. El doctor Thomas Verny comprobó en los ochenta que si añadimos sacarina al líquido amniótico, el feto ingiere el doble de líquido de lo habitual. Otros especialistas han ido confirmando su teoría. Unos, argumentando que si el recién nacido puede distinguir desde el primer día entre los cuatro sabores básicos, es lógico pensar que también lo hacía antes. Y otros, comprobando que los bebés prefieren los alimentos que sus madres tomaban cuando estaban gestándolos. Si comes algo "rico", el feto lo percibe y se muestra activo. Y si algún alimento fuerte cambia sus sabores habituales, le resulta desagradable y lo demuestra con muecas.

Respecto al olfato, también se desarrolla antes del nacimiento, aunque no funcione, pues para oler se precisa el aire. Los recién nacidos tienen un olfato muy fino y cabe pensar que ya han tenido experiencias "olfativas", a través del canal del gusto. Además ¿sabes qué pasa cuando tú hueles algo agradable? Que el feto comparte tu sensación de bienestar, al recibir las hormonas que segregas. Y al contrario si es un olor que te desagrada.

SENSACIONES VISUALES

¿Te has preguntado alguna vez si tu hijo percibe la luz del Sol? Pues sí, está comprobado que registra esta sensación visual. A pesar de habitar en un espacio oscuro, desde la semana 24 el bebé empieza a abrir los ojos cuando está despierto y los cierra al dormirse, cosa que hace la mayor parte del tiempo. Y a partir de entonces sus ojos son sensibles a los distintos niveles de luz y de oscuridad, por lo que si sales de un lugar oscuro a la claridad de la luz del Sol, tu bebé lo notará en el acto. Si, por ejemplo, tomas el sol en verano, el niño recibirá el "fogonazo" y se moverá, volviendo la cara para evitar mirar directamente hacia la luz.

Como has podido comprobar, el bebé que esperas participa de todos tus actos, que vive con sus propias sensaciones. Si éstas son habituales, se acostumbra a ellas e incluso las "recuerda" después de nacer. Y si le son desconocidas, reacciona con un sobresalto o con una curiosidad expectante. Aún no ha nacido y... ¡cuánto está aprendiendo!

Evita

- Estrés excesivo. Un estrés marcado y continuado en el tiempo sí afectaría al feto, creándole miedo e inseguridad. Si te sientes permanentemente estresada, háblalo con tu entorno para que te libere de algunas tareas y, si aun así no te sientes mejor, busca ayuda profesional.

- Tabaco. Su efecto es muy nocivo. El feto se pone alerta y nervioso sólo con que la madre piense en encender un cigarrillo.

- Alcohol. Su efecto también es muy nocivo. No pruebes ni gota, no hay una cantidad segura. Él te lo agradecerá.

Fuente Estampas. El Universal

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