jueves, 22 de abril de 2010

Probióticos, aliados naturales

Estos microorganismo vivos coadyuvan en el mejoramiento de algunas patologías gastrointestinales y fortalecen el sistema inmunológico

El mejoramiento de la salud va de la mano con la alimentación. Cada día es más cierto que somos lo que comemos y muchas patologías mejoran o empeoran dependiendo de lo que ingerimos.


Numerosos estudios demuestran los beneficios de los probióticos para la salud, que van desde el mejoramiento del sistema inmunológico hasta la prevención de alergias o dermatitis atópicas, pasando por ser coadyuvantes en la recuperación de enfermedades gastrointestinales.

Del griego "pro bios", literalmente "a favor de la vida", el término probiótico fue propuesto por los científicos Lilly y Stillwell en 1974. Esto permitió denominar las fuentes microbianas utilizadas en la alimentación animal, que contrarrestaban los resultados negativos de los antibióticos y reforzaban su eficacia. Desde entonces, muchas investigaciones han sido realizadas, especialmente durante los últimos 25 años, con el fin de establecer y evaluar los efectos de las fuentes bacterianas sobre la salud.

Pero ¿qué son?
Los probióticos son microorganismos vivos que se agregan a los alimentos o a los medicamentos y que ejercen efectos benéficos en la salud de los sujetos que los consumen.

Los probióticos pueden ser de origen bacteriano y de levadura. Los bacterianos forman parte de la flora bacteriana intestinal y se les ha denominado flora bacteriana transitoria, ya que permanecen en el intestino por poco tiempo, multiplicándose sin colonizar.

El otro tipo de flora bacteriana se denomina residente, es el tipo de microorganismos que han vivido desde la implantación inicial de la flora bacteriana, esto ocurre a partir de las cuatro primeras semanas de vida y predomina en el intestino.

Pero, para ser considerado probiótico, la bacteria tiene que sobrevivir en el estómago, colonizar el intestino delgado y grueso y actuar como una barrera en contra de bacterias patógenas.

Los probióticos más conocidos son el Lactobacillus, encontrado primariamente en el intestino delgado y la Bifidobacteria en el intestino grueso.

Los probióticos de origen humano tienen la ventaja de poseer una fuerte resistencia natural al entorno agresivo en el que se desarrollan y en el cual actúa el pH natural del estómago y las sales biliares. Además, éstos se adhirieren, aunque transitoriamente, a la mucosa intestinal siendo determinante en la estimulación del sistema inmunológico.

El doctor Rhadamés Figueroa, vocero médico de Merck, afirma que "estos microorganismos, combinados con vitaminas y minerales, están recomendados especialmente cuando los requerimientos energéticos aumentan, debido a ciertas condiciones fisiológicas como el envejecimiento, estrés, deterioro de la salud en general, así como cuando se consumen antibióticos. Adicionalmente, los probióticos coadyuvan en la erradicación del Helicobacter Pilory, una bacteria que causa la enfermedad inflamatoria intestinal, síndrome de intestino irritable, alergias, entre otras" .

Ayudan al intestino
Los probióticos poseen absoluta inocuidad, gozan de una elevada resistencia natural a los ácidos gástricos y a las sales biliares, su capacidad para poder llegar al intestino en cantidad suficiente es máxima, poseen la capacidad para establecerse en la flora intestinal endógena. Asimismo, modulan la respuesta inmunológica, sintetizan sustancias antimicrobianas e influencia las actividades metabólicas, son estables a lo largo de toda la vida del producto que lo contiene.

Una de las características más importante es que ayudan a reducir los niveles de colesterol en la sangre.

En lo que concierne a la función intestinal, estimulan el peristalismo (movimiento intestinal), reduciendo el tiempo de tránsito intestinal, por lo que se consideran útiles en el manejo del estreñimiento.

También se le atribuye la propiedad de neutralizar bacterias no beneficiosas para el organismo, incluyendo las cancerígenas. De forma natural, estas bacterias positivas para el organismo se encuentran presentes en la alimentación diaria, por ejemplo en: lácteos fermentados, como yogures, leche y quesos; vegetales fermentados -aceitunas, soya, cereales-, carnes y pescados fermentados, y bebidas alcohólicas artesanales. Sin embargo, la concentración de lactobacilos presentes en estos alimentos es muy baja como para tener los beneficios deseados en la salud.

En el caso del yogur, que normalmente se encuentra en los supermercados, se tendría que consumir al menos 2 litros diarios para conseguir algún efecto médicamente deseado, por lo que estos productos pueden ser parte de una alimentación sana, pero no tienen eficacia terapéutica. De aquí surgió la necesidad de crear productos que contienen una mayor concentración de estos microorganismos. Las bebidas lácteas con lactobacilos son el resultado de esta manipulación, que busca un resultado efectivo en la repoblación de la flora intestinal de quienes lo consuman al menos con una frecuencia de una porción diaria.

Por eso es conveniente revisar las etiquetas y cerciorarse de que el producto que se adquiere tiene probióticos agregados.

Fuente: Estampas - El Universal

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