martes, 21 de diciembre de 2010

Festejar sin perder la salud

Durante las festividades decembrinas todo parece girar en torno a la comida como símbolo de abundancia y convivencia. En este país son conductas fuertemente arraigadas gastar mucho dinero en comida, planear exquisitos menús, montar fabulosas mesas navideñas, preparar manjares en familia y caer en excesos al comer y beber, porque siempre existe un mes llamado enero, perfecto para arrepentirse y enmendar las faltas.

Las costumbres o tradiciones remiten a comidas aderezadas y repletas de ingredientes distintos o poco habituales, con fuertes o exóticos condimentos, altos porcentajes de proteínas, grasas y toxinas, que dejan evidentes huellas en la salud. Los estudios estadísticos indican que la mayoría de las personas tiende a engordar durante estas fiestas entre dos y tres kilos tras degustar estos manjares sin mucho control.

Lo que dejan los excesos
De acuerdo a su experiencia clínica, el médico internista Rodolfo Catanho precisa que las patologías asociadas a los excesos de fin de año son, generalmente, infartos, accidentes cerebrovasculares, hiperglicemias (para los diabéticos), cirrosis hepática, pancreatitis, gastritis, úlceras gástricas, sin contar todas las consecuencias asociadas con el abandono de los tratamientos porque se tomarán "unas copitas" y, por supuesto, los accidentes automovilísticos por las intoxicaciones etílicas.

Para el naturópata Rafael Sánchez los órganos que más sufren con los excesos navideños son el estómago y el hígado. Sánchez explica que el cuerpo emite mensajes de auxilio ante los cuales nadie debería hacerse el sordo. Señala que el estómago no es un saco en el que se mete en forma indiscriminada todo tipo de alimentos sin control. El estómago avisa cuando ya no puede más a través de síntomas directos o indirectos como gases, dolores de nariz, labios o barbilla, ingles, mal aliento, diarrea, estreñimiento, inflamación de la mucosa gástrica, vómitos, ardores.

En cuanto al hígado apunta que se trata de un órgano delicado, un auténtico laboratorio con innumerables funciones, que sintetiza las sustancias que usará el organismo. Señala que es importante estar atentos ante señales que pueden anunciar que no anda bien: dolores de cabeza, malestar en los ojos, boca amarga y pastosa, hemorroides, uñas frágiles y quebradizas.

Sánchez destaca que "se debe estar consciente de que los alimentos que se ingieren serán el combustible que el cuerpo usa. Por ello, un exceso o la ingesta de alimentos inconvenientes produce un estrés en todo el cuerpo y en sus funciones que dificultará los procesos de asimilación, de los que se sufrirán las consecuencias en períodos de tiempo más o menos cercanos".

Cambio de hábitos
El proceder y la conducta de la mayoría están condicionados por paradigmas, creencias, formas de entender el mundo. Si las personas se atrevieran a revisarlos y canalizarlos con información especializada en materia de nutrición, por ejemplo, estarían avanzando a pasos agigantados hacia el cambio o sustitución de los hábitos alimentarios.

Los especialistas sugieren, básicamente, adquirir, aunque resulte complicado, una nueva cultura navideña en cuanto a nutrición se refiere para vivir mejor y no destruir en un mes lo construido el resto del año. Esto implica, en primer lugar, identificar la necesidad de cambio, detectar los hábitos inadecuados con o sin la ayuda de un especialista y, por último, sustituir los hábitos perjudiciales por otros más idóneos y saludables.

Comer y beber conscientemente
Comer y beber con método y técnica, de acuerdo al estado particular de la salud, es una regla de oro. También resulta fundamental obtener cultura nutricional con la finalidad de conocer los alimentos que se ingieren, qué tan dañinos o favorables pueden resultar.

Algunos datos que le ayudarán:
•Tomar conciencia de la respiración mientras se come.

•Utilizar todos los sentidos al comer.

•Verificar cuán hambriento se está en una escala del uno al 10, antes de comer y a la mitad de la ingesta.

Noche de paz
Es conocida la regla que dice que se debe desayunar como un rey, almorzar como príncipe y cenar como mendigo. Esta pauta entra en contradicción con las costumbres navideñas según las cuales las cenas son las comidas más frecuentes. De noche la digestión es más lenta y más si está combinada con el consumo de licores. Un buen dato es tomar un almuerzo ligero si se sabe que se cenará en forma poco habitual.

Palabras del médico internista
Rodolfo Catanho afirma que lo más seguro es la prevención, sin dejar de reconocer que es un tema contrario a las costumbres decembrinas del venezolano. Para intentar vencer el "maleficio" creado por los excesos, sugiere a los comensales:

• Asociar frutas naturales (no en almíbar ni secas) con semillas (nueces, merey, pistacho, almendras) como buena fuente de calcio, sin olvidar que también poseen grasa.

• No comer más de una hallaca al día.

• Acompañar el pernil con vino tinto.

• Preferir la gallina en sancocho antes que el pollo.

• Consumir tortas de manera moderada. Una porción cada dos o tres días, no deberían hacer daño.

• Evitar el alcochol.

• Caminar una hora por cada hallaca o por cada ración de pernil que ingiera.

Óptica del nutricionista
La Licenciada en Nutrición y Magister en Nutrición Humana, María Rocchina Garófalo precisa que la meta en tiempos de Navidad se escribe con "p" de prudencia, lo que implica no excederse, reconocer cuándo se ha comido lo suficiente, mantenerse activo y evitar saltar comidas. Seguidamente ofrece una lista de recomendaciones para evitar los excesos...

• Procure emplear en diciembre sólo cinco días festivos; es decir, cinco días libres de dieta.

• Controle el consumo de licor, redúzcalo a cuatro tragos por semana. Esto no incluye los días festivos y no es acumulativo. En el caso de no poder controlar o moderar el consumo de bebidas alcohólicas es recomendable desayunar o cenar solo yogur descremado y frutas.

• Reduzca la ingesta de dulces. Puede consumir un chocolate o postre pequeño por semana sin afectar su peso corporal.

• No beba bebidas gaseosas en forma excesiva.

• Baile. Le hará bien al cuerpo y al espíritu.

• Ubíquese cerca de la pista de baile y lejos de las mesas o mesones de servicio de comidas y bebidas. Esta es una táctica para reducir el consumo.

• Realice 30 minutos de ejercicios por cada trago extra o postre que consuma.

• Cepíllese los dientes después de comer o consuma un caramelo o chicle de menta, esto reduce las ganas de comer en la sobremesa.

• Evite las frituras.

• Recuerde que la Navidad es un tiempo para compartir. Suelte sus cubiertos mientras coma, converse un poco y luego retome la comida. Esto permitirá que se llene más rápido y consuma porciones más pequeñas.

• En caso de comidas copiosas, abundantes y con grasas, sustituya la siguiente comida con yogur descremado y frutas.

• Camine, suba escaleras o salte la cuerda por lo menos 15 minutos diarios.

Depurativos
Garófalo sugiere que si experimenta una indigestión es importante consumir infusiones de anís estrellado o preparar una sal de frutas luego de las comidas. También son excelentes los tés de albahaca o laurel.

Para depurar el organismo de los excesos esta nutricionista propone tomar en ayunas, por cinco días, un batido de piña o jugo de naranja licuado con una ramita de célery y dos grageas de centella asiática.

10 Conductas nutritivas No lo deje para enero
• Coma moderadamente.

• Sírvase pequeñas porciones.

• Beba jugos de frutas y abundante agua.

• Realice una dieta depurativa posterior a los excesos.

• Cuídese más en las comidas que estén fuera de contexto.

• No deje de hacer ejercicios.

• Consuma fibra.

• Arme menús creativos con ingredientes más sanos.

• Consulte con sus médicos en materia nutricional.

• Escuche su cuerpo.

Fuente: estampas - El Universal.

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